Arquitectura del futuro

En mi fiel corazón relucen un núcleo de honestidad y bondad.
Nado sobre aguas contradictorias, pero nada nubla mi vista de que los caminos que se cruzan y contraponen, se hieren y prosiguen, son leales a alguna razón.
Y una razón nunca puede ser deshonesta, aunque sea tosca -o alguna palabra que delimite negatividad-.
Dentro de lo que duele hay un destello de felicidad, una infinitud que se abre; es un lugar -el dolor- que quiere remover las hojas viejas de algún otoño ya muy lejano.
El dolor es una arquitectura del futuro, es un mundo lejano, es un puente entre universos.

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