Nada de lo que enorgullecerse... Salvo de estar vivo. (Fragmentos de este cuento llamado vida)
Me quedé por unos segundos mirando su cara, su cuerpo, sus gestos, y lo único que podía pensar era "catálogo de la miseria humana"... Me pregunté, después de asimilar esta sensación, qué hacía yo enfrentándome a este catálogo, por qué no elegía otras cosas más bellas en las cuales reposar mi odio, mi tristeza, mi vida... Y sobrevino la rápida conclusión: tanto él como yo eramos parte de un mismo catálogo mucho más grande: catálogo de la miseria animal. Me felicité por modesto y me reté por lo mismo ya que a lo único que me llevaría la modestia es, en este momento, a no seguir mis impulsos violentos de hacer cagar a ese pelotudo... Seguí mi lejanía mundana y me alejé de ese fragmento de catálogo. Ecuché sus gritos paso tras paso, caían a mis oidos: él quería que yo conociera, por la invitación de sus manos, el asfalto caliente, reluciente por el sol. Me tragué el orgullo y sólo le tatué mis dedos en el pensamiento, en la idea, pero también mi indiferencia en su corazón.....